Siempre hemos vivido en la miseria, y nos acomodaremos a ella por algún tiempo. Pero no olvide que los obreros son los únicos productores de riqueza. Somos nosotros, los obreros, los que hacemos marchar las máquinas en las industrias, los que extraemos el carbón y los minerales de las minas, los que construimos ciudades…¿Por qué no vamos, pues, a construir y aún en mejores condiciones para reemplazar lo destruido? Las ruinas no nos dan miedo. Sabemos que no vamos a heredar nada más que ruinas, porque la burguesía tratará de arruinar el mundo en la última fase de su historia. Pero -le repito- a nosotros no nos dan miedo las ruinas, porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones. Ese mundo está creciendo en este instante.

B. DURRUTI

martes, agosto 02, 2011

¿Cuanto cuesta la visita del Papa?


LUIS SEPÚLVEDA Escritor 07/11/2010 08:00


Este es un misterio tan grande como el mito de la Santísima Trinidad, pero vale la pena hacerse preguntas al respecto y me las hago como ciudadano estafado.


Cada minuto del viaje papal a España nos sale por 13.333 euros

Este año, y correspondiendo a los ingresos percibidos el año pasado, pagué cerca de noventa mil euros a Hacienda. Y no me quejo por ello. Es más, me parece justo pagar impuestos pues quiero que la escuela pública y laica funcione, que la sanidad pública funcione, que el transporte público funcione, que la policía atienda mis demandas de socorro en caso de apuro y que la justicia sea expedita. Para eso y por eso pago.

En mi declaración de Hacienda, en esa confesión a la hora de declarar cuánto gané de manera honrada y sin explotar a nadie, taché, como siempre, el semioculto apartado que, de no verlo con lupa, entregaría parte de mis impuestos a la Iglesia católica española y al Vaticano, a una religión que considero abyecta porque lesiona los derechos del 50% de la humanidad, de las mujeres, porque ampara el abuso sexual de menores cometidos por varios miles de degenerados con sotanas, porque representa la parte más cerril y retrógrada de la sociedad, y porque toda su historia no se diferencia en nada de otras religiones cuyo fundamentalismo hoy nos aterra.

Es decir que no autoricé al Estado español ni al Gobierno socialista para que con mi dinero pague los 13.333 euros ¡trece mil trescientos treinta y tres euros! que cuesta cada minuto del viaje papal a España. Si es por pagar el combustible de los aviones Hércules del Ejército del Aire, lo hago con gusto si se trata de llevar ayuda humanitaria a zonas que la precisen o para transportar a los abnegados voluntarios que acuden portando el ejemplo de la solidaridad social, pero no autoricé al Estado español ni al Gobierno socialista para que con mi dinero pague el transporte del papamóvil, ese artefacto transparente como una vitrina de carnicería tras el que se escuda un sujeto supuestamente amado.


¿Es que los socialistas esperan un milagro para superar la crisis?


Un cálculo estimativo indica que la visita papal costará aproximadamente 29,8 millones de euros y a esta cifra grotesca habrá que agregar lo que deduzcan los sponsors de las misas. En la blanca sotana del ex militante de las Juventudes Hitlerianas no se leerá "esta misa la auspicia el almacén don Manolo, las mejores lentejas", ni "Condones Santa Gomita, los que nunca te dejarán botado", pero empresarios anónimos y adinerados, de aquellos no precisamente afectados por la crisis, y banqueros cuya irresponsabilidad ha generado la catástrofe económica, el caldo en que una derecha española sin más ideas que eliminar las prestaciones sociales prepara su regreso al poder, se soban las manos calculando las sumas con que defraudarán a Hacienda.

¿Era necesaria esta visita? ¿Para quién? ¿Por qué? ¿Es que los socialistas han abjurado del rigor científico de la economía y sólo esperan un milagro para superar la crisis?

Cualquier habitante de España sabe que basta con unas gotas de ponzoña verbal de Rouco Varela para que los talibanes del nacionalcatolicismo se apropien de las calles. Y si a esto se agregan ciertas reflexiones casuales, muy casuales, de Rajoy "No me comprometo a respetar la Ley del Matrimonio Homosexual", es suficiente para que la visita papal pagada con mis impuestos y con los de todos los que no defraudamos a Hacienda se convierta en un carnaval de odio a la libertad, a la Constitución, a los derechos conquistados.

Desde la condición de estafado, me sumo a los que dicen: "Herr Ratzinger ich warte nicht auf Sie". Yo no lo espero, señor Ratzinger.

Extraído de: Público.es